TODA LA VERDAD SOBRE LO QUE HAY DETRÁS DE TU CONSUMO. CON LAURA VILLADIEGO, DE CARRO DE COMBATE

En Sinplástico somos una tienda que combate el consumismo, por muy contradictorio que eso parezca. Y es que conocemos el impacto que tiene en el medio ambiente y en los derechos y la felicidad de las personas el consumo inconsciente e irreflexivo.

Por eso, desde el año pasado, cerramos nuestra tienda durante el Black Friday a modo de protesta y no hacemos temporadas de rebajas (puedes leer más sobre nuestra filosofía al respecto aquí).

Así que no hemos querido dejar pasar la ocasión de ahondar en esas implicaciones con una de las mayores expertas en consumo crítico de nuestro país: Laura Villadiego.

Laura es periodista especializada en trabajo, derechos humanos y medio ambiente y co-fundadora del colectivo Carro de combate, que investiga de dónde procede lo que consumimos y cuáles son los impactos sociales y medioambientales de las cadenas de producción.

Además, es la co-autora del libro “Carro de Combate” que acaba de ser reeditado por Clave intelectual.

 

Para alguien que nunca haya reflexionado sobre el consumo, ¿podrías explicarnos cuál es la relación entre el consumismo irreflexivo por un lado y la emergencia climática y las desigualdades sociales por el otro?

La relación es súper cercana. Si nos ponemos a analizar cuáles son las causas de la emergencia climática y de las desigualdades sociales, muchas están relacionadas con nuestro modelo productivo.

Se ha perpetuado durante siglos la relación norte-sur en la que los centros de producción se localizaban en ciertos lugares del planeta. Y los países que llamamos desarrollados se aprovechaban de esta relación de desigualdad que ha habido desde la colonización. Es algo que se sigue manteniendo hoy en día.

Y con la emergencia climática es más evidente que nunca. Todas las emisiones están relacionadas de una u otra manera con nuestra producción y consumo. Si hablamos de consumo de energía es claro. El uso de combustibles fósiles es la principal causa del calentamiento global pero si disgregamos estas emisiones en los diferentes sectores lo vemos. En nuestra investigación “Moda basura” veíamos que la industria de la moda es la segunda industria que produce más emisiones de gases de efecto invernadero y no solo se debe a la energía de las fábricas sino también al transporte de materias primas. Y al final todas las cadenas de producción funcionan de esa manera. Son muy largas, requieren mucho transporte y es muy ineficiente a nivel de emisiones porque requiere de mucho combustible fósil.

Puede parecer que no es importante cuando compras una camiseta o un alimento, pero realmente detrás de cada uno de esos productos hay una historia detrás que nos afecta, que nos puede parecer que no hay impacto, pero está ahí.

 

El propio nombre de vuestro colectivo “Carro de combate” sugiere que la compra es algo más que un intercambio de bienes o servicios a cambio de dinero, ¿comprar a una empresa valida sus acciones?

Yo no creo que estemos validando de forma consciente porque muchas veces no lo sabemos o no tenemos alternativas al alcance. Pero sí es verdad que posibilitamos que eso continúe.

Nosotras decimos que los consumidores no tienen por qué fustigarse si tienen que optar por una opción de compra que no cumpla esas características del consumo crítico pero, en la medida de lo posible, llamamos a hacer un boicot positivo. No tanto centrarte en castigar a ciertas empresas, sino posibilitar que las alternativas puedan existir y florecer.

Porque si no establecemos ese marco, al final no va a ser posible que haya un cambio en el sistema porque no va a haber esa alternativa que sea el modelo a seguir.

 

En un estudio preguntaron a un grupo de jóvenes lo que creían que era necesario para una buena vida y luego les preguntaron lo mismo 16 años después. Y lo que sucedió es que habían avanzado en la escala de deseos. Antes era un coche, luego un coche deportivo. En psicología lo llaman “adaptación hedonista”. A nivel consumidoras, ¿cómo podemos cambiar el sistema empezando por nuestros propios deseos y decisiones?

Yo creo que esos deseos que tenemos forman parte de nuestro entorno social. Es decir, socialmente se nos impone que eso puede ser lo deseable. Y al final la publicidad juega un papel muy importante.

Una de las principales estrategias es intentar aislarse de eso. Es difícil pero podemos ser críticos con la publicidad que recibimos y ser conscientes de que la publicidad ya no es lo que solía ser: ese anuncio publicitario reconocible. Ahora la publicidad está en todos los sitios. En redes sociales como Instagram nos están vendiendo modos de vida, que nos crean ese deseo o necesidad porque nosotros también querríamos vivir de esa manera.

Así que una de las primeras cosas que podemos hacer es ser conscientes de que vivimos en este mundo en el que los impactos publicitarios son constantes y que eso está determinando nuestros deseos. Y que seamos críticos con nuestros propios deseos y pensemos si eso está respondiendo a una necesidad real y si nos va a hacer tan felices.

 

Has hablado del poder de lo que nos rodea. En el primer confinamiento muchas personas se dieron cuenta de lo poco que necesitaban para vivir, ¿crees que es una tendencia que resistirá o que solo fue una consecuencia del momentum colectivo?

Yo creo que no se va a mantener porque el sistema económico tal y como está planteado necesita que la rueda siga girando y va a hacer todo lo posible para que así sea. Estas reticencias a si se cierra o no se cierra, si se cierran bares… lo que prevalece es que la rueda no se pare o que se pare lo menos posible.

Es verdad que es complicado porque en el sistema en el que vivimos ahora, si la gente se queda sin trabajo, si no hay esa rueda funcionando, como necesitamos dinero, mucha gente acaba sufriendo las consecuencias de que esa rueda no gire.

El problema es que tenemos que empezar a plantearnos cómo vivir sin que esa rueda tenga que girar tan rápido. Porque al final lo que pasa es que la rueda gira muy rápidamente hacia un lado y de repente se para en seco y empieza a girar hacia el otro. Vivimos unos ciclos de crisis continuos. Giramos la rueda tan rápido que se acaba saliendo del eje.

 

¿Y cómo podríamos parar la rueda?

No sé si seremos capaces, pero si queremos hacerlo uno de los puntos es la relocalización. No podemos seguir viviendo en un sistema en el que cada cosa que consumimos ha recorrido 10.000 o 15.000 km y en el que hay una especialización tal en los sectores económicos y procesos productivos que cuando uno de esos sectores tiene un problema, toda una sociedad se desploma. Y eso es lo que pasó durante la pandemia con los países de producción textil, como no había pedidos, pues millones de personas se han visto en la calle.

O incluso en España que somos un país dependiente del turismo, la única industria de exportación que ocurre en el mismo país. Y como no podíamos exportar nuestras playas, hacer que viniesen los viajeros internacionales, pues se ha desplomado buena parte de nuestra economía. Si seguimos manteniendo este sistema en el que incluso lo que comemos se fabrica lejos, es bastante difícil asegurar una estabilidad en esos sistemas.

Lo fundamental es relocalizar y plantearse, dentro de las posibilidades regionales, cuál es el equilibrio y posibilidades de producción de cada región. Que no es necesario que volvamos a 1900 porque la tecnología no es la misma y hay que aprovecharla. Pero ahora mismo tenemos unas posibilidades de tener sistemas productivos más eficientes pero que sean locales. Y ahora no lo estamos haciendo porque son menos rentables, porque dan menos dinero.

 

Es decir, una especie de relocalización y diversificación de la producción a nivel regional, ¿por ejemplo?

Sí, generalmente se habla de radios de 60 o 100 km. En el caso de alimentación, de 250 km. La diversificación es necesaria porque, por ejemplo a nivel de producción de alimentos, el sistema de monocultivos que ha reinado en los últimos 50 o 60 años tiene un impacto medioambiental brutal.

Y sin que haya una diversificación de los cultivos no podremos recuperar las poblaciones de polinizadores. Es algo de lo que se estaba hablando estos días con la reforma de la política agraria común, que ha promovido la intensificación y concentración de las propiedades que ha llevado a una intensificación de los monocultivos. Y eso ha llevado al desplome de poblaciones de abejas, ratones, anfibios… si no tenemos esos polinizadores quiere decir que la flor no es fecundada y no se convierte en fruto. Si no se convierte en fruto, no tenemos comida.

Los estudios dicen que probablemente dentro de 100 años no haya biodiversidad en Europa suficiente para asegurar la perpetuidad de los cultivos de forma natural. Habría que hacerlo de forma mecánica y eso es mucho más costoso. Estamos buscando la rentabilidad máxima hasta que se nos salga la rueda del eje y el sistema se vuelva a caer.

 

Es un pensamiento a corto plazo…

Por supuesto, es cortoplacista. Es el balance a final de año. Al final el sistema funciona de modo que tú le tienes que dar una rentabilidad a unos inversores. Y tu máxima prioridad es esa rentabilidad, no es la calidad de tu producción. Ni siquiera cuánto vendes. Tu prioridad máxima es cuál va a ser el dividendo que yo le voy a dar a mi accionista.

Esto se ve en grandes empresas. Por ejemplo Inditex era una empresa de textil pero ahora tiene un montón de empresas en otros sectores que buscan aumentar el dividendo a sus accionistas.

Si esa es tu máxima prioridad vas a intentar reducir costes de donde no puedes y te va a dar un poco igual si uno de tus sectores se desploma (mientras no sea uno crítico). Y al final mientras lo puedas estar exprimiendo al máximo… La idea es exprimir y tirar. Y lo hacen con sectores enteros.

 

En nuestro blog damos consejos y alternativas para vivir sin plástico y aportar lo que puedas para hacer el menor daño al planeta posible pero a veces nos da la sensación de que es un buen principio, pero no es suficiente: ¿a qué acciones colectivas podemos unirnos para lograr un cambio en el sistema de consumo?

Yo creo que una de las principales acciones es la visibilización de nuestras reivindicaciones y demandas. Y apuntar a quien pensamos que está tomando unas políticas perjudiciales para el bien general. Por ejemplo, el plástico en supermercados: ¿qué supermercados están facilitando que haya una mayor cantidad de plásticos y cuáles no? Todas esas cosas son importantes porque las empresas son muy sensibles a este tipo de demandas.

Otra parte muy importante es la acción política en sí. La reivindicación a las autoridades políticas para que cambien la legislación y que este tipo de acciones de empresas no sean parte de su RSC, sino que tengan que ser así.

Eso se ha visto con la legislación de plásticos de un solo uso. Una vez que eso entra en vigor ya no hay posibilidad. Y eso es lo importante, lo que hace que haya un cambio es que haya una legislación contundente. Pero para llegar a ese punto se han necesitado muchos años de concienciación de la ciudadanía.

 

¿Podrías ponernos algunos ejemplos (a nivel consumidoras) que demuestren el poder de la comunidad a la hora de cambiar el consumo?

En España hay un montón, ya simplemente empezando por los grupos de consumo que acortan las redes de producción.

Otra cosa muy interesante es lo que está pasando en los comedores escolares. La tendencia impuesta por las legislaciones autonómicas es la subcontratación a grandes empresas pero hay bastantes colegios en España que están reivindicando una autogestión de los comedores que se traduzca en una cocina in-situ en el colegio y que los alimentos sean de cercanía.

En Canarias, por ejemplo, se llaman los ecocomedores o los comedores sostenibles.  Y además hay algunos que son doblemente interesantes porque incluyen huertos escolares para que los niños conozcan cómo se produce lo que comemos cada día.

 

Y una última pregunta, ¿qué le dirías a alguien que se está planteando todos estos interrogantes sobre el sistema de consumo y que quiere comenzar a hacer algo?

Tendría que empezar por respirar hondo y no ser demasiado exigente, eso es lo más importante. Porque al final es muy fácil agobiarse y pensar que es muy difícil o que no sirve para nada. Es mejor intentar dar pasos poquito a poco.

Probablemente lo más reconfortante puede ser hacer un análisis de qué parte de tu consumo es más importante en tu vida diaria o dónde es más fácil para ti hacer cambios. Y cada pasito que se dé en esa dirección celebrarlo como un triunfo y no fustigarse por dar un paso atrás. Porque a veces son necesarios y no tenemos otra opción porque las alternativas no están ahí.

Y también que tenga claro que a veces puede ser difícil pero que luego es más fácil una vez que has adquirido los hábitos.

Muchas gracias, Laura por esta entrevista tan clarificadora.

 

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2 opiniones en “TODA LA VERDAD SOBRE LO QUE HAY DETRÁS DE TU CONSUMO. CON LAURA VILLADIEGO, DE CARRO DE COMBATE”

  1. Muchas gracias por la entrevista. Me ha encantado. Después de Armario Sostenible será mi próxima adquisición. Biquiños

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