En el año 2010, unas 8 millones de toneladas de residuos plásticos de las 275 generadas en todo el mundo acabaron en los océanos. Desde hace ya algunos años, númerosos cientificos vienen denunciando las preocupantes consecuencias de esta polución plástica, entre las que destacan la contaminación de la cadena alimenticia de la que dependemos.
La contaminación de los océanos por microplásticos.
La mayor parte de la contaminación plástica de los océanos es debida a los microplásticos.
Nos referimos a microplásticos cuando hablamos de trozos de plástico de un tamaño inferior a 5 mm. Éstos, pueden provenir tanto de pequeños plásticos comercializados bajo la forma de perlitas como por la degradación de objetos más grandes tales cómo bolsas, botellas, residuos industriales, etc. Tenemos así, que una gran parte de la contaminación plástica de los oceános no es visible a simple vista.
Además, como las estimaciones de la cantidad de residuos plásticos que llegaban a los océanos y la cantidad de residuos que flotaban no cuadraban, numerosos estudios están demontrando que se debe a que la gran mayoría de estos residuos se están depositando en los fondos marinos.
Los organismos marinos comen plástico.
Al investigar de qué manera los oceános «asimilaban» el plástico, los cientificos se dieron cuenta de que una de las vías por la que las micropartículas de plástico caían al fondo del mar era su ingesta (y defecación) por parte de los organismos marinos.
Hoy día, está más que demostrado que el conjunto de los animales que viven en los océanos, desde el plancton hasta los grandes mamíferos, ingieren plástico, del cual una parte es evacuada a través del sistema digestivo y otra se acumula en el organismo.
Y como es lógico, cuanto más pequeñas son estas partículas, mayor será la probabilidad de contaminar toda la cadena alimentaria y de acabar así en nuestros platos.
El plástico contamina los peces con sustancias tóxicas.
Y por muy grave y peligroso que eso pueda parecernos, el problema no es solo que los peces que comemos contenga plástico sino que además este plástico, aunque es un material hidrófobo -es decir que no se mezcla con el agua-, absorbe cualquier molecula tóxica como si fuera una esponja.
Por ello, además de las propias sustancias nocivas que contiene el plástico -bisfenoles, ftalatos y demás aditivos-, los peces también ingieren todos los tóxicos que éste ha ido absorbiendo a lo largo de su vida útil y posterior periplo por los océanos, cómo por ejemplo metales pesados, otros disruptores endocrinos, o incluso algunos virus.
Todo ello, nos debe llevar a entender y a concienciarnos de que nuestra responsabilidad, a la hora de evitar el uso del plástico y del cómo nos deshacemos de él, no debe de ser solo hacia el planeta o los animales, sino hacia nosotras mismas y, sobre todo, hacia las generaciones futuras y su equilibrio alimenticio.